Si crees que ya has visto la máscara de V de Vendetta más veces de las que tu retina puede soportar, quizá te cambie la idea al verla a punto de confundirse con la tinta que la dibujó, devolviendo este símbolo a las páginas de las que partía.
Esa es la magia del tatuador coreano Nadi (Carpet Bombing Ink): si el mejor escribano echa un borrón, hay tatuadores que pueden conseguir que no quieras hacer cuenta nueva, sino retener esas gotas para siempre, como parte del dibujo: manchas de una tinta que se convierte en sangre de unicornio, en la inmensidad del espacio en el que bailan los planetas, en la humanidad tras el símbolo del anonimato de nuestra era, en lo que hay de artesanal tras la tecnología de una cámara de cine.
Que se convierte en la esencia misma del tatuaje: porque no siempre los borrones son un error.