Luz de Luciérnaga es el nombre artístico de Lucía Franco, una la ilustradora y diseñadora gráfica uruguaya con cuyas ilustraciones me tropecé una de esas maravillosas tardes en las que, acabadas las obligaciones propias de una adulta, puedo jugar a ser una niña y navegar descubriendo tesoros escondidos. Su trabajo me enamoró inmediatamente; tal vez, porque como su propio nombre: tiene luz propia.
Esta hacedora de magia que iluminó la tarde e hizo volar el tiempo, me recordó a una de mis grandes amigas, también ilustradora. Ambas dibujaban desde niñas y pasaba horas y horas entretenidas en su mundo imaginario, con sus pinturas de colores; entre el amor y el odio, como parece que les pasa a tantos artistas, ¿verdad? se fueron haciendo mayores. Ahora que ya son adultas, tanto Luz de Luciérnaga como mi amiga, siguen teniendo tan espabilada a su niña interior que la puedes ver asomar, sorprendida, traviesa y juguetona, donde menos te lo esperas.
Dice Lucia en una de sus entrevistas, que sus ilustraciones huelen a galletitas caseras de naranja recién horneadas y, como las galletas, sus imágenes son dulces, intimistas y sencillas; además -será por la naranja, creo- pero tienen una frescura y un “algo” espontáneo, que te invita a esbozar una sonrisa y, casi sin darte cuenta, ves que te acomodas para escuchar un cuento.
Este poema acompaña la imagen en su Flickr.
Había nacido con zapatos. Rojos, finos, de taco alto,
que fueron la desesperación de todos los que vivimos juntos
en aquel tiempo.Y en la cara tenía varias dentaduras, y lentes celestes como
el fuego.Al pasar, por la tarde, parecía el ángel de la devoración con
pie punzó.Mas, en realidad, amó la luz solar. Comía guindas, llevándose
una a cada boca.Y sentía temor y amor hacia el Maestro Tigre que llegaba
en la noche a buscar doncellas.Y nunca la eligió.
Marosa di Giorgio
Me han hecho sentir muy feliz, espero que a vosotros también.
Este es el enlace a su página de Behance Luz de Luciérnaga. Gracias a y que nos la han descubierto.