Cuando pensamos en Córdoba, lo que nos viene a la mente es arte histórico (la Mezquita, Medina Azahara…) pero si nos introducimos en sus entrañas, podremos descubrir un sabroso abanico de arte desde el que podremos experimentar diversas realidades y creatividad de artistas locales.
Un ejemplo de ello es el artista Tete Álvarez, que en su obra Topografías nos muestra desde su corriente conceptualista un trabajo de investigación sobre las tramas urbanas y las derivas, la representación del territorio a través del mapa y de dispositivos de geolocalización. Su obra fue expuesta en la sala Arte 21 en Febrero, pero es digna de retomarla y compartir las sensaciones que nos pone encima de la mesa este autor.
Su trabajo lo ha dividido en tres series fotográficas : Transurbancias, Ciudades Líquidas y Vértices.
En Transurbancias, Tete Álvarez propone cartografiar una configuración urbana construida a partir de lo que Castells denomina “una nueva lógica espacial basada en flujos de información, frente a la lógica de la organización social arraigada en la historia de los lugares y territorios locales inmediatos”.
En Ciudades Liquidas la metáfora de lo líquido y del fluir define la experiencia urbana actual. Tanto es así que está minando todos los resortes de la ciudad haciendo que la propia idea de urbe se desmorone y sea sustituida por núcleos de población más o menos informes. Lo más interesante de este proceso hacia lo líquido es que está afectando incluso a las viejas ciudades. Mientras la memoria de los lugares se fija cada vez más gracias al fenómeno turístico, la realidad de estos lugares se diluye cada vez más rápido. Ciudades líquidas toma como punto de partida imágenes satelitales de cascos urbanos de ciudades históricas para metamorfosear su trazado y convertirlo en un líquido denso pero a la vez fluido.
Vértices trabaja en el orden de interrogar acerca de la percepción del espacio, del territorio que permanece en la época del fin de la geografía, cuando las distancias han quedado reducidas por la instantaneidad de los flujos de comunicación en tiempo real. Para Pérez Villén estos Vértices conforman “una suerte de paisajes involuntarios. Y lo son porque cada fotografía de la serie (las imágenes incorporan las coordenadas exactas de su localización) además de señalar la aleatoriedad de la elección y el caprichoso artificio que otorga a cada lugar la singularidad y la virtualidad de la naturaleza, se debe en exclusiva al precepto de informar sobre la contingencia de un dispositivo determinado de la trama topográfica.