Estamos hartos de escuchar aquello de que “el medio es el mensaje”. Pensamos que una campaña es buena cuando funciona en todos los medios. Pero, ¿esto es así? Me temo que cada vez menos.
Desde el auge del marketing 2.0, todo anunciante que se precie quiere hacer Social Media. Pero estar en los medios sociales no es solo crear una página de Facebook o tener un canal de twitter. Por supuesto, conversar es clave en estos medios, y pronto volveré sobre el rol del community manager (que, en el fondo, es de lo que realmente sé, o al menos aquello a lo que me dedico). Pero hoy quiero recopilar un par de muestras de cómo alguien se adapta extraordinariamente al potencial de los nuevos canales:
1) Personal branding y Spotify. Recientemente, un colega creativo se suscribió en Spotify a una lista de música. Esto no es nuevo. Lo nuevo es que gracias a la integración de Spotify y Facebook, todos sus contactos pudimos ver que lo hacía. El título llamaba tanto la atención que era complicado no pinchar: ““. Su autor, , ha pasado automáticamente a ser el redactor que pienso contratar tan pronto necesite uno. Alguien capaz de construir su carta de presentación con títulos de canciones (enlace a su portafolio incluido) es alguien que debe de ser capaz de escribir cualquier cosa.
Por supuesto, es el caso más llamativo, pero hay marcas que tienen una presencia interesante en Spotify, como es el caso de (también es cierto que la actualización jugaría en su favor y que las tienen bastante abandonadas, hasta donde yo sé). Es como para preguntarse qué piensa hacer Heineken al respecto, más allá de .
2) Visibilidad en el nuevo Facebook. Tras los últimos cambios en Facebook, sobre los que no voy a insistir (si alguien tiene curiosidad sobre mi primera impresión, está ), se ha producido un fenómeno parecido al de todos los principios. ¿Alguien recuerda cuando empezaron las páginas personales? Muchas de ellas eran una colección de lo que ahora llamamos “memes” y que por entonces no recuerdo que tuvieran nombre. Chistes larguísimos recopilados en páginas llenas de .gifs, porque aquello era lo más novedoso que habíamos visto. O cuando se generalizó el correo electrónico y todos, incluso los que ahora lo negamos, nos mandamos todo tipo de PowerPoints llenos de consejos absurdos o fotos supuestamente entrañables. Pues bien, desde que el nuevo formato de fotos de Facebook se puso en marcha, se ha producido una explosión de usuarios compartiendo fotografías “con mensaje”: desde la evolución de aquellos PowerPoints ñoños (sintetizados en una sola imagen) hasta las fotografías reivindicativas post 15-m.
Esta imagen muestra cómo la agilidad de Cruzcampo para sacar partido al nuevo Facebook le ha llevado a conseguir casi 600 contenidos compartidos (solo directamente; está por ver cuánta gente ha compartido la fotografía desde perfiles de amigos) en menos de una semana. El potencial viral de este formato es enorme, pero la velocidad aquí ha jugado un papel fundamental: pronto, cabe esperar, los usuarios se saturarán de tanta información y la novedad del formato ya no será tal.
En el fondo, hablamos de lo de siempre: observar, hablar el lenguaje del usuario, ser original. Dicho así, parece fácil.