Me gusta la cerveza, como a casi todo el mundo. Y como a casi todo el mundo la primera vez que la probé me pareció de lo más desagradable. Pero todos, por una u otra razón acabamos superando ese disgusto. En mi caso fue una cuestión económica. Por aquellos años no tenía dinero nada más que para cerveza, no me llegaba para bebidas más sofisticadas, así que, noche a noche, en un verano lejano en la plaza de mi pueblo, me acostumbré a su sabor.
Hoy soy ya una veterana y mis ganas de seguir bebiendo este caldo no menguan, más bien al contrario. No sólo disfruto de una cerveza rica y fresca, también del botellín que sea original y de que tenga una etiqueta bien molona. Ni corta ni perezosa me he liado a buscar proyectos de diseño de packaging de cerveza en Behance y lo he gozado… pero no lo suficiente. Quiero beberme una de éstas, cualquiera de ellas, ¡o todas si es viernes!
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