Erika Kuhn es una artista visual mexicana que, armada con una libreta y una buena dosis de honestidad, se adentra en los rincones más profundos de su alma para explorar pensamientos y sentimientos.
A través de su diario nos abre un corazón lleno de dudas, dolor, silencio, belleza y valentía. Su diario parece su faro. Todos necesitamos un faro cuando estamos en medio de la tormenta, cuando nos perdemos en la realidad y cuando alargamos, inconscientes, el dolor para convertirlo en sufrimiento.
“No, es bueno creer en los espejos, casi siempre te hunden en la gran nada y por más que te veas y te veas, nunca acabas por reconocerte en el reflejo”. Fragmento #Ensayo4
No sé por qué pero no me extraña encontrar a Lluis Llach, Sabina o Tom Waits entre los músicos favoritos de Erika y, tampoco libros como La invención de lo cotidiano de , Desapariciones de o a y sus cuentos, entre su lista de imprescindibles.
“Creo que ser artista no es un ser, sino una forma de ser. El artista no es un ser privilegiado, sino que favorece la vida… lo que he aprendido de artistas como Roman Opalka, On Kawara, Sophie Calle,… es que las acciones cotidianas realizadas como parte de su vida son su producción artística propia. Para mí, el dibujo es otra forma de escribir, mi forma de escribir mis diarios y registrar el tiempo y los acontecimientos el resultado de mi contacto con el mundo”
En realidad este post sobre Erika Kuhn debería firmarlo mi compañero Placer Diario, el descubridor incansable de talento que ha seleccionados las imágenes que te invito a disfrutar.
El dolor es inevitable pero no el sufrimiento. Es fácil decirlo, otra cosa es desprenderse del peso y trazar horizontes nuevos. Después de una experiencia difícil un diario puede ser un buen catalizador, un regulador emocional y mental.
Me gustan las personas que saben cargar con su lucidez y sus miserias, sin tratar de cargar a otros con el peso que les corresponde. Esas que no necesitan ni sentirse fuertes, ni saberse importantes. Las que, llegado el caso, lamen sus heridas con dulzura y abrazos, se ponen sus zapatos rojos y empiezan a caminar, aunque no sepan muy bien a dónde llevará el sendero de baldosas amarillas.
Fuentes: , , . Toda la obra de Erika Kuhn está bajo