Es un consagrado artista estadounidense. Se llama y su trabajo explora el espacio mundanal que se interpone entre las aspiraciones y la realidad. Con paletas de colores brillantes y una técnica firme a base de pinceladas y brochazos seguros, crea atmósferas envolventes y ambientes cálidos donde plasma escenas protagonizadas por seres anónimos que viven en sus realidades más cotidianas.
Hace algún tiempo empecé a pintar cuadros que intentaban plasmar los mejores y los peores sentimientos que experimentaba cuando me encontraba en espacios públicos. Era el momento de dejar que mi demonio interior se desatara. Así que, haciendo del vicio una virtud, empecé a transmitir a figuras anónimas el poder de la insinuación, a coger personajes sin rostro y elevarlos a la posición de sujetos protagonistas y a llenar las calles de mastodontes femeninos: todo esto con la única finalidad de perpetrar algún tipo de venganza.
A la adversidad le encanta la compañía y vivir en Nueva York me permitía estar situado en el lugar perfecto del planeta para observar las idas y venidas de otros, al tiempo que me olvidaba de mí mismo.
Al principio mis pinturas eran grises y sucias, pero ocurrió algo, conforme más me metía y disfrutaba del acto de pintar, mis paletas de colores empezaron a cambiar, se hicieron más brillantes y mis cuadros empezaron a cobrar un aire más agradable, volviéndose incluso bonitos.
Hoy en día veo que hay como un abismo entre las atmósferas que creo y los sujetos que aparecen en mis obras, son como dos realidades inconexas que encuentran equilibrio en el mismo espacio; y eso creo que es una fortaleza.
¿Qué os parece? Os dejo con una selección de su obra, podéis ver más en su .
All images © David Febland