En su artículo Cyberpunk Cities: Science Fiction Meets Urban Theory, Carl Abbot comenta que gradualmente la visión cyberpunk de las ciudades está paulatinamente convirtiéndose en un hecho. Coincidiendo en ello con el teórico Rem Koolhas, el incremento demográfico y la dependencia de las nuevas tecnologías conducen a la aparición de hegemónicas megalópolis “donde se hace realidad el inconsciente colectivo de un nuevo modo de vida metropolitano, una fábrica de lo artificial donde lo natural y lo real han dejado de existir; laboratorios para una nueva cultura, la de la congestión; el escenario donde se representa el último acto de la civilización occidental”
Desde el vintage y sinfónico Manhatta de Sheeler y Strand o el delirio neoyorquino del citado Koolhas, la ciudad y su constante expansión oscurece y empequeñece al individuo que lo habita, aquel paradójicamente conocido como ciudadano. Mega-City One, el Neo-Tokio de Akira o Los Angeles (tal cual será en el año 2019 y pudimos ver en Blade Runner), son solo algunos ejemplos, casi una metáfora, de lo que viene. Referencias gracias a las cuales podemos coincidir con William Gibson en que “el futuro ya está aquí, sólo que desigualmente repartido”.
Son las calles de Hong Kong, las mismas que Mamoru Oshii llevó al paroxismo cyberpunk en su seminal Ghost in the Shell, las que inspiran al tailandés Tithi Luadthong, quien firma sus trabajos en como Grandfailure. Gran aficionado al genero de la ciencia ficción, y al Cyberpunk más concretamente, de su trabajo destacan sus paisajes urbanos. Fantasías arquitectónicas multireferenciales, brillantes, llenas de colorido, de fundamentos casi constructivistas por momentos, sus abstracciones urbanas descongestionan, gracias al tratamiento digital, el opresivo horizonte vertical de lo urbano. Siempre paisajista y muy narrativo, entre lo comiquero y lo cinematográfico, sus ilustraciones semejan el escenario propicio para la “aleatorización del potencial humano y los contactos culturales” (el neuromante Gibson otra vez), pero al que sus protagonistas (los ciudadanos) se asoman tan impotentes como desconectados
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