Hay un tabú sobre el tema del suicidio, eso es algo conocido. Durante mucho tiempo se ha considerado que el suicido tiene un fuerte componente de contagio, lo que ha llevado a un ocultamiento por parte de los medios de este tipo de casos. Sin embargo, al producirse en los casos de violencia de género, terrorismo, y, más recientemente, en la triste relación entre crisis, desahucios y suicidios, se han ido mostrando poco a poco, tímidamente, cada vez más casos de suicidios en los medios. Sin embargo, la salud mental sigue siendo un tema incómodo.
En 2015 se han publicado las estadísticas de suicidio de 2013, y son espeluznantes. A pesar de la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2009-2013, , la cifra más alta desde que se poseen estadísticas.
A día de hoy, las personas hablan abiertamente de su estado de salud (alergias, diabetes, etc.), del ejercicio que practican (y los suplementos alimenticios que utilizan, y las lesiones consiguientes, y la rehabilitación que necesitan), de su alimentación (incluyendo intolerancias al gluten, a la lactosa, etc. ). Sin embargo, nadie osa comentar que toma antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos; nadie comenta que va al psicólogo. Nadie dice nunca que no puede hacer algo porque tiene fobia social o agorafobia; nadie explica que no puede ir a trabajar por un ataque de pánico, aunque no tenga inconveniente en hablar de un cólico estomacal.
¿En qué momento empezó a parecernos más embarazosa la enfermedad mental que una diarrea?
Gracias a la atención a la diversidad funcional (porque la diversidad mental también existe) y en general a un clima más propicio a la tolerancia y los cuidados en los que se nota la huella de los movimientos feminista y LGTBI, poco a poco van apareciendo iniciativas que buscan contribuir a desestigmatizar la salud mental. El ; la visibilidad del problema que le dan los suicidios de estrellas de Hollywood como Robin Williams o los casos de sobredosis como las de Cory Monteith, Amy Winehouse, Heath Ledger o Philip Seymour Hoffman; iniciativas como la de , con Jared Padalecki como embajador, van poco a poco dando visibilidad al hecho de que la salud mental también necesita cuidados y atenciones especiales, y de la importancia de estos para prevenir el suicidio u otras consecuencias de los trastornos mentales (drogadicción, dependencia, exclusión social, etc.).
¿Pero qué pasa con el día a día? Gracias a ese “narcisismo” que caracteriza a la web 2.0, también se van abriendo con la que se enfrenta una persona que vive con estos problemas, de forma crónica o aguda. Y a veces, algo tan naïf como un doodle o un dibujo de animal que encajaría en un libro infantil es lo que nos recuerda que lo que sufrimos lo sufren también otras personas. Y los agujeros negros se hacen menos negros, empieza a haber seguridad fuera del nido construido con el edredón, se crean redes de apoyo, se tiene fe en que el día siguiente será mejor.