El gato es un bicho raro. En términos humanos, digo. Pero es que, mal que nos pese, reconozcamos que todo el día estamos “dándole a la perola” y sobrexplotando la parte racional de nuestro cerebro. Somos más simples de lo que nos creemos. Consumimos nuestra energía interpretando, catalogando y evaluando cada cosa que pasa… pero cuando mi gato me mira, con el placer de estar en su propio pellejo que le caracteriza… me doy cuenta de que, como especie… somos “muy tontos”.
Ryan Conners también es una amante de los gatos, además de ilustradora y diseñadora de muñecos, abalorios y otras cosas bonitas o muy bonitas. El día que me tropecé con , mi pelirrojo favorito roncaba a mi vera después de recorrer los tejados del vecindario hasta que le dio la gana.
Las ilustraciones de Ryan me recuerdan que el gato no domina el universo porque le apetece más echar la siesta, que no por falta de capacidades. Tengo claro que, si de el mandato de especie se centrase en cuestiones mundanas, serían los reyes del mambo y nosotros sus esclavos. Pero, al contrario, el gato es un animal centrado en lo que de verdad importa: disfrutar de la vida y compadrear ¡hasta con las calaveras!
Dedicado a Walter, mi gato favorito, que estoy segura de que, no sólo sabe leer, si no que podría construir un transbordador espacial… entre siesta y siesta.
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