El artista holandés Ruud Van Empel se desvía de la iconografía occidental al uso para reflejar la pureza más allá de razas o estereotipos. Cada pieza es un collage creado a partir de imágenes de personas, de hojas, objetos o animales que ha capturado por separado y que después colorea y manipula digitalmente, para obtener obras de gran formato con una resolución hiperrealista.
En cada composición altera las perspectivas para resaltar lo sagrado que hay cada niño. Con mucha ternura y asumiendo la responsabilidad del que sabe que trata con algo delicado, de extraordinario valor, Van Empel se concentra en la vulnerabilidad de esa etapa que va de la niñez y a la adolescencia de puntillas.
La paleta de verdes que utiliza, además de armonía, produce una refrescante y purificadora sensación de fe en el futuro… recomendable terapia cromática para tiempos de zozobra.
La imágenes del post son en su mayoría de las , y y reflejan el paraíso infantil que el artista construye, a medio camino entre la fantasía, la lucidez y los años 60. En una curiosa mezcla a la que añade un toque siniestro, para mitigar el empalago y preludiar lo que viene a continuación.
Todas las imágenes © Fuente: Placer Diario