Amy Judd, joven artista afincada en Londres, nos presenta en sus obras a mujeres enigmáticas que ocultan siempre sus rostros, bien por estar fuera de encuadre, bien por estar cubiertos de plumas o insectos.
En este último caso, los plumajes sobre la desnudez acentúan la delicadeza de la obra dándoles un toque surrealista y elevando el misterio latente en toda su obra.
Sería un error confundir delicadeza con fragilidad pues ni la composición, ni las texturas, ni la luz nos lo indican. Es casi al contrario, su relación con la dinámica de las plumas nos transmiten fortaleza y serenidad.
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