El trabajo de esta artista americana de origen surcoreano gira en torno a la feminidad, el erotismo y la muerte. Sus cuadros tienen una fuerte carga expresiva que nos recuerda a artistas míticos como .
Sylvia dice que todas sus obras tienen algo de ella misma.
“Algunas veces cuando tengo problemas comunicándome, tengo que pintar para solucionarlo. A través de la pintura resuelvo conflictos personales, relaciones rotas y demonios del pasado” ()
La muerte y la decadencia se llenan de colorido en los cuadros de esta artista, caprichos estéticos que rebosan espiritualidad y belleza. Su obra refleja marcadas influencias del arte y la cultura mejicana, tanto en la gama e intensidad cromática como en el contenido, los recursos estéticos y las composiciones. La elegancia y fuerza expresiva de sus obras transmite una energía que contrasta con la apariencia y expresión dolorosa y silenciada de sus personajes, siempre chicas, que parecen atrapadas dentro de ellas mismas. Escondidas, sufridoras y, a la vez, retadoras, las protagonistas parecen debatirse entre la lascivia, la santidad y la soledad.
Partícipe activa o mera observadora, cuando Sylvia se sienta ante el lienzo simplemente deja que suceda.
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