El Gato Chimney es autodidacta; nació, vive y trabaja en Milano. Empezó con los grafiti y poco a poco se acercó a técnicas de pintura más tradicionales, recordando algo del maestro Dali.
Pinta más que un mundo extraordinario; es místico, es una religión pagana, con ciervos o monos como guías espirituales. Allí, las criaturas temen, conjuran, sacrifican, asustan o gobiernan. Una sola constante: la noche nunca es tranquila y el día es inquietamente brillante.
Inspirado por la alquimia, el folclore europeo y las tribus de Oceania, retrata un universo colorido, que promete prosperidad y poder a cambio de almas y conciencias.