El sexo es un potente activador de nuestras voluntades y, por ende, de nuestros bolsillos y eso lo saben las marcas. Ya lo hemos comentado en otros posts, pero no deja de sorprendernos cómo el uso que la publicidad hace del sexo, con fines comerciales, lógicamente, nos ayuda a radiografiar las vísceras de nuestra sociedad. Los resultados serán más o menos alentadores según el momento, pero, después de pasar una temporada, y muchas horas, buscando ejemplos para ilustrar un Vol. II del post de sexo gráfico casi pierdo la alegría ante la magnitud del retroceso social que se percibe.
Pero como no soy de las que se desaniman fácilmente, ante un contexto tan poco alentador, recurro a la prehistoria, que nos alegra con ejemplos alentadores, demostrando que con creatividad y sentido del humor el sexo puede servir para vender “de todo”, sin insultar nuestra inteligencia. Ni, dicho sea de paso, nuestra integridad como personas.
Si hemos de ser manipulados, al menos, que no duela.